miércoles, 8 de octubre de 2008

Escuchar el silencio es un trabajo muy fino. En el instante en que uno se dice a sí mismo que lo quiere hacer, está haciendo ruido.
Nada más que la nada en nuestra cabeza. Todo se borra, todo desaparece.
La mía no calla fácilmente, mucho menos cuando quiero dormir. Por eso es que muchas veces me encuentro en la situación de querer despertarme cuando ni siquiera me dormí.

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