martes, 11 de enero de 2011

Manifiesto de un hoy para un mañana.

Vivimos instancias que traen responsabilidades y tenemos recuerdos que no nos quieren dejar crecer. Hay sonidos y colores que se parecen (aunque tal vez en realidad lo sean) mucho a la esperanza y somos unos cuantos los que los percibimos a pesar del esfuerzo que hacen algunos para no dejarnos ver. Es la época en que muchos empiezan a entender el significado de tener consciencia de lo que sucede alrededor nuestro y es el momento de evolucionar, madurar nuestras energías y dejarlas volar.

Mientras esos egos nunca dejen de serlo y esos orgullos sigan conquistando la razón, será complicado pasar a una era de sinceridad y paz. Hay intereses increíblemente fuertes que logran alterar opiniones desinteresadas y existen fuerzas que no pretenden dejarnos crear ese espacio de libertad con el que muchos soñamos. A pesar de esto está cada vez más claro que la mayor parte de la humanidad pretende habitar un mundo tranquilo, con menos vorágine y cada vez mayor creatividad.

El hoy es una constante que varía todos los días y nuestra realidad varía con el paso del tiempo. Es fundamental comprender que crecemos a cada segundo y que debemos dedicarnos a aprender de lo que pasó, más que nada en nuestra propia experiencia. Es menester para nuestro futuro poder asumir cuando nos equivocamos tanto como darle cada vez más espacio a expresar el amor, de la mano de esa misteriosa fuerza que sale del corazón podremos convertirnos en los seres de luz que debemos ser. Es con el amor (hacia todo y todos, incluso hacia nosotros mismos) que haremos que la Tierra nos vuelva a tomar cariño y conseguiremos que exista, de veras, la paz mundial. Es con el alma que debemos pensar, es el alma con lo que debemos empezar a darle más importancia a lo que sentimos, es de allí que sale la pureza con la que debemos enfrentar esta realidad.

El mañana nos espera con las mismas ansías que tiene un niño por aprender a caminar, necesita despegar y hacer uso intensivo de la libertad.

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